Quizás la fase más complicada que tiene el proceso de inversión es saber cuándo comprar un activo y cuándo venderlo.
Algunos opinan que el momento de comprar es más difícil, pero la gran mayoría piensa que la decisión de vender es más complicada. Tal es así que muchos optan por NO VENDER NUNCA, y así no tienen que enfrentarse a esta decisión y simplifican el proceso de forma radical.
¿Pero por qué es tan complicado? Pongamos el caso de un inversor particular que está esperando caídas para comprar una acción que considera interesante. El mercado empieza a caer y este activo cede un 15% ó un 20%. Imaginemos entonces las portadas de los periódicos o los comentarios de los analistas, usando términos como hundimiento, fin de un ciclo, desplome, etc. ¿Crees que este inversor va a seguir convencido de su estrategia o va a dudar y a esperar a que se calme la situación? Sin duda alguna, cualquier ser racional haría lo segundo.
En tal caso, imaginemos que durante los días siguientes el mercado sube y la acción se recupera, y nuestro inversor, que ya no tiene miedo, se maldice por no haber comprado la acción cuando estaba más abajo, y ahora duda en entrar pues la acción vuelve a estar cara…. A la vista de este ejemplo, estaremos de acuerdo en que hay que estar muy preparado técnica y psicológicamente para comprar un activo que ha caído un 15% o un 20%, pues lo normal es que el miedo nos bloquee.
¿Y qué es lo que suele ocurrirle al inversor particular? Pues que compra los activos cuando ya lleva un buen recorrido al alza y hay confianza en la evolución del valor, y que vende cuando hay fuertes correcciones pues el miedo le hace perder la confianza en el activo. En otras palabras, son muchos los inversores particulares que no compran barato y que no venden caro.
En mi opinión, esta fase orientada a comprar barato y vender caro, es difícil por dos razones fundamentales:
1. Por la dificultad que entraña decidir objetivamente cuándo un activo está barato y cuándo está caro (esto lo trato detenidamente en Mi Sistema de Inversión, apartado 2 de Estrategia);
2. Y porque las buenas zonas de entrada y salida son lógicas desde un punto de vista racional, pero “ilógicas desde un punto de vista emocional”. Es decir, tras una gran bajada sería racional comprar pues el precio “está más barato”, pero el problema es que en esos momentos sentimos miedo a que sigan las caídas y eso nos bloquea. De de igual manera, tras una gran subida, lo racional es vender pues el precio está “más caro”, pero el problema es que en esos momentos todo va bien y como otras muchas personas, nosotros nos sentimos tranquilos y confiados de que seguirán las subidas.
Por tanto, lo que está claro es que estas decisiones deben tomarse con criterios objetivos y argumentados, y que no dependan de nuestras percepciones más subjetivas o emocionales. De esta manera, el inversor evitará dudar constantemente de lo que tiene que hacer, y dejará de hacerse preguntas como: ¿debo comprar ya esta acción?, ¿debo venderla ya?, ¿ha empezado ya la corrección o es un simple retroceso?, etc. El mercado está en continuo movimiento y las noticias no dejan de salir todos los días con titulares y opiniones que afectan a nuestro estado de ánimo.
Y un inversor puede dudar de lo que está haciendo el mercado, pero no puede dudar de lo que él tiene que hacer en cada momento (aunque uno esté equivocado). Si duda, al final serán sus emociones las que dicten sus hechos y esa es la primera dificultad para buscar zonas adecuadas de compra y venta.
¿Cómo consigue el inversor evitar ese estado continuo de inseguridad y duda? El mejor antídoto es tener definidas a priori las señales objetivas tanto de entrada como de salida del activo en el que se va a invertir, para que cuando se produzcan dichas señales, el inversor se limite a “cumplir las órdenes” que él mismo ha diseñado. Y esto sin duda requiere tiempo y conocimientos técnicos, lo cual supone la segunda dificultad para buscar zonas adecuadas de entrada y salida.
Yo ya tengo definidas el conjunto de señales con las que entrar y salir en el mercado y son las que iré publicando en el blog. Para las entradas, dispongo de un conjunto de indicadores que me ayudan a entrar durante las correcciones de los precios. En cuanto a las salidas, el objetivo del sistema es doble: si bien debe permitir “correr los beneficios”, es decir, no salir hasta que la tendencia esté totalmente agotada y se gire, el sistema no debe ser ambicioso y querer “ganar hasta el último euro”. Por tanto, me da igual si salgo y luego el precio recorre otro 5% ó 10%. Lo importante es no salirse durante una tendencia importante hasta que no se vean unos síntomas claros de agotamiento.
En resumen, y tal y como detallo en Mi Sistema de Inversión apartados 2 y 8, si la Dirección a largo plazo del mercado marca la estrategia de inversión (bien al alza bien a la baja), la Dirección o Tendencia a medio plazo del mercado marca los momentos para entrar y salir, de manera que buscaré señales para entrar en los inicios de la Tendencia de Medio Plazo y salir cuando encuentre síntomas de agotamiento definitivo de la misma.
Por tanto, otra de las principales tareas de mi sistema de inversión es analizar en cada momento la TENDENCIA DE MEDIO PLAZO de los activos en los que invierto, con el fin de tener siempre claro el timing o momento adecuado para abrir y cerrar las operaciones.